El Laboratorio de Ortopedia Técnica del MIDES recibió una solicitud urgente a fines de 2016. Tenían que elaborar una prótesis de miembro inferior, esta vez para un niño, la primera en 5 años de trabajo. La solución tenía que ser lo más rápido posible porque Johan, un niño de 7 años de la ciudad de Cardona, la precisaba para asistir a la fiesta de fin de año de la escuela.
En una vieja casona del Prado de Montevideo, funciona desde hace unos años el Laboratorio de Ortopedia Técnica, dependiente del Programa Nacional de Discapacidad (Pronadis) del MIDES. Gracias a un convenio firmado entre Cuba y Uruguay, en el 2011 comenzó a funcionar el laboratorio que otorga prótesis de miembros inferiores a personas que no tienen cobertura del BPS, ni poseen ingresos suficientes como para adquirirlas en el mercado. Actualmente se han superado las mil prótesis entregadas y Johan fue el primer niño en recibir una.
Historia de vida
Johan pasó a segundo de escuela con Bueno Muy Bueno.
Está por cumplir los ocho años y como todo niño de su edad, le gusta jugar con sus amigos. Debido a una malformación, su pierna derecha creció solo hasta la rodilla y desde pequeño, él y su familia tuvieron que superar varios obstáculos. Esta familia lucha día a día por cumplir sus anhelos.
Una casa alquilada en una cuadra tranquila de Cardona. Allí vive Johan junto a sus padres, Analía y Martín. El living es pequeño, un sofá de dos cuerpos y dos de uno junto con algunos muebles llenan el ambiente. En las paredes, fotos de distintas etapas de la vida de niño muestran el paso del tiempo y el mismo amor.
La realidad de esta familia no es fácil. Martín trabaja como albañil para Mevir. Comenzó a los 17 años ya que su padre le consiguió este empleo y por eso mismo tuvo que dejar de estudiar. Hoy cercano a los 40 años, continúa en la misma tarea. Esto lo lleva a que por el período en el que está construyendo, aproximadamente cada año y medio, tengan que instalarse allí donde esté la obra de turno. Por lo general, en un nuevo departamento del país.
El viaje itinerante fue la base en la que se construyó esta familia. Así fue como Martín conoció a Analía, mientras trabajaba en Cerro Chato. Ella estaba separada, él soltero y juntos decidieron formar una nueva familia. Desde ahí, Analía lo acompañó a cada lugar a donde él tuvo trabajo: 25 de Mayo, Lascano, San Jacinto, etc.
Fue en esta localidad de Canelones donde Johan llegó a la vida de ambos. Durante el embarazo se realizaron todos los controles habituales y en el octavo mes se detectó que el desarrollo de la pierna derecha del bebé no era el esperable.
Martín resume con dos palabras todo lo que significó, tanto la noticia como el proceso de adaptación que tuvieron que afrontar: “nos costó”. El padre describe las angustias vividas con entereza.
A los dos años Johan tuvo su primera prótesis, al principio le fue difícil aceptarlo pero cuando empezó a ver su utilidad y que le permitía trasladarse como los demás niños se acostumbró.
Siempre que Johan llega a una nueva institución educativa aparecen los comentarios. No es sencillo explicarle a un niño lo que es la discriminación, o lo que son las segundas intenciones. “Los gurises son gurises”, comenta Analía con un dejo de resignación. De todas maneras, reconocen que han encontrado más apoyo de lo esperado en la comunidad de Cardona.
De hecho, una gran ayuda vino cuando la prótesis empezó a quedarle muy chica y Analía no supo qué hacer. Primero buscó solucionar el tema con especialistas privados. Le pedían entre $85.000 y $125.000, dinero que la familia no posee. Entonces, los compañeros de trabajo de Martín comenzaron una colecta para juntar la suma requerida. De esta manera, movilizándose para encontrar una solución, fue que se enteraron que el MIDES posee el Laboratorio de Ortopedia Técnica, perteneciente al Centro Nacional de Ayudas Técnicas y Tecnológicas (CENATT).
Johan comenzará segundo año de escuela en unas semanas. Son las maestras las que lo ayudan a integrarse con el resto de los niños de su edad, pero son Martín y Analía los que le dan las respuestas cuando las cosas no van bien. Todos los días son parte de una lucha constante para que los sueños se cumplan. El de los padres, que su hijo pueda llegar a la universidad. El del niño, ser arquero de un equipo de fútbol. Quizá en el Peñarol de sus amores.